martes, 12 de julio de 2011

Al atardecer

Castelldefels, foto de Gloria Reyna


Al atardecer, mira como regresan los barcos al puerto. Ya sólo le queda imaginar sus besos en la brisa que le llega desde la ria. Aún siente las caricias de sus curtidas manos, lastimadas por la rudeza del mar.

Cierra la ventana  intentando no oír el sonido de las sirenas. Sentada en el borde de la cama, vuelca en su regazo el contenido de la vieja caja de puros donde él guardaba, como descoloridos pétalos de papel, su colección de sellos en cuidadoso desorden.

El sol y el salitre impregnan con su olor los cajones de la cómoda. En un rincón, a la espera de la vuelta de su dueño, descansa la pluma estilográfica que le regaló por su aniversario, recuerdo de tantos años de unión.
Cometió el tremendo error de amarle, de serle fiel en la ausencia; a cambio se lleva esta amarga soledad y este tremendo silencio de las voces que la rodean. Sus cartas de amor, tan tiernamente escritas, convertidas en un recuerdo insignificante.

Y al atardecer, sin darse cuenta, como en una oración, le brota una súplica:

- Regresa vida mía, por ese mañana que me dijiste que ojalá Dios quisiera para los dos. Yo, te sigo amando.

5 comentarios:

  1. Para nosotras las romanticonas...Hermoso!
    Felicidades

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  2. Darlo todo y que te paguen con la mitad de la moneda. En el amor somos todos, tal vez demasiado, generosos.

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  3. Un poema muy evocador. Se percibe la angustia en cada verso. Esa continua inquietud de no saber que pasará.
    Un abrazo.

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  4. Hola, yo también me quedo por aquí, me gusta como escribes.

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Gracias por leerme