No me gusta el filo de la navaja
ni este calor que se pega a la piel
porque son capaces de todo.
La cabeza me da vueltas.
Demasiado calor, demasiado sol.
¡Egocéntrico,sólo piensa en él !
Tan redondo, tan perfecto, tan Sol.
Siempre me deslumbra
y me obliga a bajar la mirada.
Y, aunque extienda mi piel
como ropa recién lavada,
nunca está saciado, siempre quiere
más.
No entiendo su lenguaje y no
quiero sus ataduras porque …
puedo acostumbrarme a ellas.
Las sombras se derriten bajo el
mediodía.
Huyo. Antes que sus rayos me quiebren,
antes que mi boca se seque.
Y me sumerjo en las calles de sol
de este tórrido verano
que zumba como una mosca.