sábado, 11 de enero de 2014

Tierna locura


Atardecer en Madrid


Sus pupilas persiguen lo esencial:
la luz, los colores, las formas
que se le escapan como hormigas
por rendijas de cristal.

Los porqués son superfluos, banales
no sirven para tejer la Vida
aunque las tripas
se revuelvan contra el destino.

A puñados  quisiera coger las estrellas
para iluminar su cielo,
pero tan sólo es un sueño, una locura,
la tierna locura de mi querer.