sábado, 9 de abril de 2011

Sin Nombre




Ya no tengo nombre, lo dejé en la calle,
ahora solo soy 5-A, y me siento a esperar.
Miro fijamente una de las muchas pantallas
que cuelgan del techo y que reclaman mi
atención insistentemente:
- Siga atento a la pantalla
- últimas llamadas a los números: K-2, T-7, L43.

Intento aparentar indiferencia y tranquilidad, pero
a mi lado un tipo enorme mueve aceleradamente
sus piernas en un tic nervioso de clara impaciencia.
Con ese movimiento, queramos o no,  nos agitamos
todos los que estamos sentados en la misma fila
de sillas.
A mi izquierda una chica de pelo rizado sentada en el
filo de la silla, preparada para salir a la carrera
en cuanto salga su nombre, ¿será G-104?
Y así todos los que observamos casi sin pestañear
los números que aparecen y desaparecen.
Para mis adentros repaso lo que voy a decir,
y lo que alegaré en mi defensa si el funcionario
de turno me pone contra las cuerdas.
- 5-A, a la mesa 38

Soy yo, ya llego mi hora, y me acerco al mostrador,
haciendo ver que sonrío y que me fio de ella.
Saludo sin mucho convencimiento porque nunca
obtengo respuesta, pero esta mañana,
me ha mirado fijamente a los ojos y me ha dicho:
- ¡Buenos días!

Me quedé sin habla y en blanco,
 ¡esto no estaba previsto!
Mejor vuelvo otro día.

1 comentario:

  1. Pues Ami... me parece un curioso escrito dentro de la realidad... con un humor... muy tuyo. felicidades!

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Gracias por leerme