Hospital Clinic de Barcelona |
Por fin somos uña y carne
dejé de sentirme extraña
en sus entrañas.
Ya le puedo mirar a la cara
no rehuyo su blancura, ni
sus batas arrugadas.
Subo y bajo las escaleras
me paseo curioseando por
sus pasillos y salas.
Esquivo con la agilidad
de la práctica del dia a dia,
los carritos y las camillas.
Conozco todo el laberinto
de entradas y salidas, así que
estoy como en mi casa,
pasando por donde me da la gana.
Me fijo en los conocidos,
y en los desconocidos, los que
alborotan, los que callan y
los que agotados de tanta
espera duermen en una silla.
Reconozco a los novatos, por
su mirada huidiza y esa
sensación de estar de paso.
Yo ya me hice a la idea,
tras meses de lucha me rindo,
esto si va conmigo,
por eso sonrió tranquila
mientras le saco una fotografía.
Ufff ami... me encantó. Que estilo!!!!
ResponderEliminarAlguna vez amiga Gloria , permanecí por mucho tiempo en los pasillos de hospital y como a ti llegaron a dolerme el caso del vecino de cama y más allá . Gracias a Dios salimos de ahi sonrientes y no con el dolor de una pérdida . Pero no siempre es así . Espero que pronto ese pasillo y ese blanco arrugado y rutinario quede atrás . Dios contigo
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