Tengo un okupa en mi cerebro,
oigo su voz que me susurra al oído,
y veo su imagen reflejada en mis
pupilas.
El muy insolente se pasea
por mi mente como Pedro por su casa.
No me pidió permiso,
entró sin más y ahí se acomodó,
en el lóbulo occipital,
creído que es el sofá de su casa.
Ni yo ni mis neuronas estamos
acostumbradas a los intrusos,
así que andamos buscando la manera
de echarlo a la calle.
Pero no hay forma, él sigue ahí,
de la mañana a la noche,
sin pagar alquiler, así que me
tendré que hacer a la idea:
¡comparto mi vida con un fantasma!
Lo mejor para eso es Ghostbusters... el tiempo se encarga de sacarlo de allí sin que te des cuenta... a menos que... uno mismo quieras tenerlo allí, gratis, consumiendo.....
ResponderEliminarAcostúmbrate, es bueno tener un okupa, o dos o tres. No sé si más.
ResponderEliminarEl tiempo hace que se vayan los fantasmas, aunque sí, muchas veces siempre queda algo.
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