Flor de limonero, Barcelona |
Creí abrazar su cuerpo
y sueño fue nada más.
Tan vívido lo viví
que risas y lágrimas
me sabían a verdad.
Regusto amargo tiene
tanta claridad.
Y es ahora, a estas horas
en las que no duermo ni sueño,
cuando no vivo.
Es el deseo nacido, malnacido,
de ese sueño que con sonrisa
fiera ahogo con fría saña.
¡qué cruel mi mano,
con mi terco sueño!
- Un último beso, suplica.
No cejo. No me fío de este maldito,
amado sueño.
Espronceda lo hubiera hecho suyo.
ResponderEliminarMaravilloso!
ResponderEliminarEncantador blog... bellos poemas.
Es un gusto contar con tu compañía querida amiga...
Abrazo inmenso!