Foto de Antonio Marset |
Noche de quietud y ternura.
Una madre acuna a su hijo lo arropa y le besa la frente. Una última mirada para ver la carita mofletuda que asoma entre las sábanas. La puerta entornada en previsión de cualquier queja o llanto.
El silencio se adueña de la casa, solo el crujido de la madera bajo los pies descalzos y el tenue sonido de las luces que se apagan.
La brisa del mar entra sigilosa por las rendijas de los porticones.
Nadie la oye.
No sé si salió el comentario que dejé antes, es que este mundo virtual puede conmigo, jajaja.
ResponderEliminarTe decía que sólo las madres sabemos esos instantes o momentos que pasamos con los hijos, esos que tan bellos son.
Me gusta tu blog y me quedo en él, si me lo permites.
Un saludo grande
... todo se adivina. La oscuridad se hace dueña y señora, el ambiente es gélido y .... Tienes que seguirlo y hacer un relato breve con final.
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