Bailarina |
La penumbra de aquel salón,
representaba todo lo mágico
y amable de la vida.
Tal vez porque mi corazón
siempre buscaba la calma,
la quietud de las sombras
donde reinaba el silencio.
Escapaba del movimiento continuo
y de las tareas cotidianas que brillaban
fugaces por debajo de la
puerta.
Sentada allí, en el lado oscuro de la
luna,
mi cuerpo se volvía perezoso.
Pero sólo me bastaba un leve gesto
para soñar y detener el mundo,
abrir la vieja caja de música
y dejar escapar su melodía.
Así dejaba rodar las horas,
cuando el tiempo no huía,
sino que rebosaba en mis manos.
Hola Gloria, no soy mucho de cajas de música pero sí de recuerdos y un poco de penumbra. Me gusta!
ResponderEliminarHay que agarrarse a los recuerdos para bien o para mal pero es lo que es nuestro. Y después de la penumbra viene la luz y tus colores.
EliminarUn abrazo
Es cierto que aún el la quietud, en la penumbra, en la nada, el tiempo siempre nos sobrepasa, se nos escapa, se nos va de entre los dedos
ResponderEliminarSe nos va o tal vez se quede con nosotros en nuestros recuerdos.
EliminarUn besazo
De sueños y penumbras
ResponderEliminarse va hilando la vida
al compás del tiempo.
Un beso
Gracias querida Marisa,
EliminarOjalá pudiéramos hilar la vida con la belleza de tus palabras.
Cariños
El tiempo es el mejor forjador de sueños, al fin y al cabo los sueños son lo único que nos pertenece.
ResponderEliminarVengo del blog de Marisa y me han gustado tus poemas, volveré.
Besos
Hola José Manuel bienvenido a mi pequeño mundo.
Eliminargracias por tu comentario y estoy completamente de acuerdo contigo, los sueños, los recuerdos son nuestros. ¿qué seríamos sin ellos?.
Un abrazo