Foto de Gloria Reyna |
En el fondo de algún cajón,
cubiertas de olvido,
reposan nuestras cartas
como ramo de flores marchitas.
Ahí siguen, atados con cinta de seda
los te quiero, los puede ser.
Quién pudiera borrarte,
acallar la voz, serenar los impulsos
que bullen en el corazón.
Quién pudiera atemperar el alma
que loca ella, huye desbocada
sin horizonte cierto.
Guardo de nuevo las cartas
como una extravagancia más.
cierro el túnel del tiempo
como cámara acorazada.
Abro los ojos.
Es toda una historia descrita en un poema. Parece mentira lo que cabe en pocas líneas.
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