Atardecer en Madrid |
Sus pupilas persiguen lo esencial:
la luz, los colores, las formas
que se le escapan como hormigas
por rendijas de cristal.
Los porqués son superfluos, banales
no sirven para tejer la Vida
aunque las tripas
se revuelvan contra el destino.
A puñados quisiera coger las estrellas
para iluminar su cielo,
pero tan sólo es un sueño, una locura,
la tierna locura de mi querer.